Leche barata en Plaza Sarmiento: «¿Cómo se subsiste con un sachet a 50 pesos?»
17 de abril de 2019
Cotar y Ciudad Futura ofrecieron en Plaza Sarmiento leche a un valor muy inferior al que se consigue en los supermercados. Vendieron cinco mil litros. La campaña desnudó las necesidades del rosarino medio
Mónica mete la mano en su bolsillo. Tiene un puñado de billetes arrugados. Los cuenta y separa 100. Los sobran 50 para volver a casa, en zona sur, lejos de la Plaza Sarmiento, donde está haciendo una larga cola junto a su hija y su nieta para comprar leche “a precio razonable”.
Llega su turno. Entrega los billetes, saluda con un movimiento de cabeza y agarra sus tres sachets de leche. “En mi barrio no consigo a menos de 50 pesos. No se puede vivir así”, dice enojada y con mal humor.
La mujer está desempleada, tiene un marido con discapacidad y desde hace tres años que no llega a fin de mes. Pero la leche, hasta hace algunos meses, no le faltaba. Ahora sí, explica. “Ni el alimento más básico puedo comprar. Cuál es el futuro de un país en el que no se puede comprar ni la leche, cómo se subsite con un sachet a 50 pesos”, se pregunta.
Mónica es una de las tantas rosarinas que aprovecharon la iniciativa de Ciudad Futura y Cotar de vender el litro de leche a 33 pesos, casi a la mitad del precio que se consigue hoy en los grandes supermercados.
A su lado está Laura, otra mamá. “Yo compro mucha leche. Tengo tres hijos chicos. Busco ofertas para no restringir el consumo”, dice. También hay muchos jubilados. Los abuelos son los más castigados por este modelo de ajuste y exclusión.
Adela tiene 77. Enviudó y vive sola. Cobra la mínima. Subiste gracias a la ayuda de sus hijos. “Me encontré con esto y me puse a hacer la cola. Nunca pensé que iba a tener que hacer una fila para comprar leche barata”, se lamenta.
Bajo el sol de la Plaza Sarmiento está la clase media rosarina que se empobreció con el regreso del neoliberalismo. Hay laburantes, estudiantes y pensionados. Hasta hace poco, cuentan, “agarraban un sachet por inercia en el supermercado”. Hoy cada “peso vale oro”.
Martín es estudiante universitario. Comparte un departamento céntrico con amigos. Sus padres no tienen campo ni soja. La ayuda familiar es cada vez menor. “Si acá nos venden el litro de leche a 33 pesos es porque vale eso, lo que quiere decir que las firmas líderes están haciendo fortuna con el litro a 60 pesos”, reflexiona.
Los pobres subsidian a los ricos
Juan Monteverde, mentor de la iniciativa, concejal de Ciudad Futura y candidato a intendente, resume la problemática de la leche en una frase. “Lo que pasa es que en este modelo los pobres subsidian a los ricos”.
La concentración y una “perversa lógica comercial” son hoy las grandes trabas para que una firma chicas como Cotar esté fuera del circuito minorista por excelencia, léase de los supermercados.
Los consumidores, en su mayoría, pagan la leche en efectivo, pero Cotar recibe su pago recién a 90 días. Solo las grandes empresas como La Serenísima pueden hoy tolerar esta cadena de pagos.
“Lo que se necesita es poner a los alimentos como una política de estado. Lo que está pasando acá es un ejemplo. Las ciudades pueden producir alimentos y terminar con el delirio de vivir en un país, donde sobran vacas y tierra, pero pagamos la leche más cara que en Alemania”, dice.
Un razonamiento similar sale de la boca de Bernardo Arosena, el presidente de Cotar. La empresa rosarina está en la mayoría de los almacenes, no así en los supermercados. “Desde enero que no trabajamos con los supermercados. No le pudimos vender más por los plazos. Al productor hay que pagarle enseguida, pero los supermercados te pagan tres meses más tarde. Es imposible”, explica.
La venta callejera que organizó Ciudad Futura le dejó a Cotar una facturación inmediata de 165 mil pesos. “Con ese dinero compramos nuestra materia prima. Es una rueda virtuosa. Hoy tiene muchos palos en la rueda”, agrega.
Arosena pide un “gran acuerdo” entre todos los integrantes de la cadena lechera. Dice que están dadas las condiciones para vender un litro de leche a 33 pesos. “El tambero tiene que ganar plata para subsistir, la industria tiene que ganar plata para subsistir y el consumidor tiene que comprar a un precio razonable. El tema que con este modelo a las grandes firmas les está yendo muy bien”.